Estos días estoy viendo una serie que se llama Nobody Wants This. Una comedia romántica que narra la relación entre una agnóstica y un rabino muy especial. La protagonista comparte con su hermana un exitoso podcast en el que relatan con ironía y humor sus relaciones amorosas y sexuales.
En uno de los episodios, la hermana que no tiene una relación amorosa echa en cara a su compañera de podcast que ya no es tan brillante en sus intervenciones, que el hecho de estar enamorada o encariñada con Noah le ha hecho perder parte de esa frescura que le hacía tan especial ante un público que ahora le reclama eso mismo en sus comentarios.
No sé si es muy acertado decir que las grandes canciones son más bien de desamor que de amor, que las grandes obras parecen más bien creadas por personas que viven un momento de especial sensibilidad, tal vez un poco atormentadas, o tocadas por alguna intensa emoción en particular. Me pregunto si la creatividad está ligada al sufrimiento, como una pequeña herida que nos hace sacar eso que tenemos escondido.
¿Necesitamos el drama para crear cosas interesantes? ¿Es necesario descender a los infiernos para ser brillantes? En mi caso reconozco que cuando estoy tocada por algo, me es más fácil bucear en ciertas sensaciones y remover las arenas movedizas. Sin ninguna garantía de crear algo interesante para los demás, todo sea dicho. Supongo que ese tipo de emoción te hace escribir desde las entrañas, desde el estómago, desde las tripas. Con menos filtros.
Leo también que la tristeza es una emoción creativa que nos hace buscar en nuestro interior y mirar con más agudeza al exterior, con unos sentidos más afinados que analizan todo lo que nos rodea.
Creo que en el duelo, en la pena, en la preocupación, la escritura nos permite empezar a desgranar la solución, como una terapia silenciosa, como esa manera que tiene el cerebro de encontrar soluciones y respuestas.
O quizás somos más creativos y agudos en los momentos de drama porque la felicidad es tremendamente fugaz, efervescente como una aspirina, con ese cosquilleo que nos eleva y nos hace ligeros, como plumas arrastradas por el viento. Y es posible que no queramos desperdiciar ni un segundo de esa felicidad para explorar, para analizar, para describir… algo así como perder el tiempo intentando capturar una estrella fugaz. Queremos solo disfrutar de ella. Apresar el momento. Vivirlo intensamente.
¿A ti también te pasa? ¿Crees que la tristeza agudiza la creatividad? ¿Sueles crear mejor cuando estás triste? ¿Cómo es tu proceso creativo?